jueves, 1 de julio de 2010

LUZ-TIEMPO (año 2002)

Enciendo mi proyector artificial y su cristal muestra lo que los ojos no ven
Asistimos turbados a un nuevo acontecimiento, intempestivo. Su fuerza virtual se compone en nuestro cuerpo envolviendo nuestra alma. El verde del pasto verdea nuestra mirada; el ojo-Bergson es contracción de la luz, así es un inscriptor de colores y luces, de sombras y oscuridades. Es “simple”; es porque hay luz que el ojo ve, es porque llega luz a nuestro espíritu que el ojo “ve”. Los objetos me perciben, dirá Paul Klee. ¿Qué ojos son estos? ¿Qué inversión de los sentidos aparece en este escenario visual?, escenario de la conciencia inmediatamente. ¿Caja negra o caja de reflejos es la visión? ¿O las dos cosas a la vez? Pantalla de cine: es totalmente blanca - o totalmente negra-, pero es la línea de luz (del proyector) que se inscribe en ella, la que da paso a la imagen, a la concientización del movimiento. La conciencia no es nada salvo impresión de lo que la atraviesa. Y ahora, son las imágenes entre sí las que provienen de la luz. Una Luz-Tiempo que se opone a la luz-espacio y a la luz-movimiento. Serán imágenes que portan dentro suyo un fulgor que las moviliza, les hace mandarse señales, guiños, encontrándose en ese “entre sí”, en el cosmos-film.

Encender las cabezas-luz buscadoras
¿Es acaso esa luz que está entre los individuos y dentro de ellos la que permite ver con otros ojos los ojos del amigo o del enemigo que nos acecha? “Según tu luz me quedo con vos o elijo ir por otro camino.” Luz-Tiempo es la que conduce a estos videntes por sus caminos, la que les muestra sus atajos, arroyos y precipicios. Luz-tiempo-motor opuesta a luz-movimiento-señalización o luz-espacio-condicionamiento.
La luz en Rembrandt en sus “Aguafuertes”, es la que da el agregado sensible a la escena pintada. Es mucho más que una simple decoración, figuración o una armonía en sus estructuras pictóricas. Es más que el remarcado de unas líneas, ¿o será que esas líneas “demasiado” negras son precisamente falta de esa luz?, ¿o remarcación de una luz-espacio que ahora tan sólo sirve para sostener y apoyar a ese espíritu que (se) “ve”?
¿Qué es sino una absolutización de todo el cuadro-pantalla, la imagen-iluminación de los programas de televisión, donde precisamente “todo debe verse de la misma manera”?
¿Qué buscaba una Marlene Dietrich que daba órdenes bien precisas de cómo debía iluminársela. (Debía ser siempre una luz cenital, exclusivamente para ella, más allá del plano que hubiese.)
Así es la luz-poder que en definitiva rige el espacio y los movimientos, la que indica sus grados y órdenes, sus valores y jerarquías... y su moral.

En el principio fue la luz
Esto no nos hace preguntar qué cosas alumbraba esta luz del “principio”, sino qué la producía, con qué motivos, para qué, en qué consistía: ¿qué clase de luz era ésta al fin, la del principio? Entonces volvemos a que “es el espíritu el que ve”; si entonces esta luz viene del espíritu, necesariamente las cosas que ilumina emanan de ella. Es algo de tono mágico, podrán criticar algunos a este problema. Problema-mágico; no está mal un enunciado así para una materia como la luz, que seguirá siendo de las más misteriosas y llena de preguntas que podamos conocer. ¿La magia, el arte, el espíritu, no nos aportan más herramientas para liberar la vida de sus ataduras y sus condicionamientos que todos los sistemas cientificistas y programáticos-estructurales?
El Cuerpo Sin Órganos de Artaud es el productor de la luz-tiempo y es al mismo tiempo esa luz. Si hay una parte que es expresión clara en mi mónada como creía Leibniz, ella es C.S.O. que habita en nosotros, que está allí entre las oscuridades y las tinieblas que son nuestros propios cuerpos, desde siempre, ¿desde el principio tal vez?.

Esos electricistas
Miles de imágenes fluyen por nuestro entorno. Operación imposible: tener “conciencia” de todo lo que se enfrenta a nuestra mirada. Hay una función de olvido del todo que se realiza en nuestra visión para presentarnos el detalle, la figura que llega a nuestra percepción o que más bien nuestra percepción nos dá. Esta otra función, la de la percepción, será entonces la que opera dentro de la macroscópico para experimentar, encontrar/se lo microscópico.
En su libro “La Máquina de Visión”, Paul Virilio cita a Bergson, ´B. afirma: “el espíritu es una cosa que dura”, se podría añadir: es nuestra duración la que piensa, la que experimenta, la que ve. La primera producción de la conciencia sería su propia velocidad en su distancia temporal, por lo que la velocidad se convierte entonces en su idea causal, idea interior a la idea´. Y habrá otra cita intensa al comienzo del libro: "El contenido de la memoria es una función de la velocidad del olvido", de N. E. Spear.
Así mismo Gilles Deleuze nos dirá que una de las potencias más importantes del Cuerpo Sin Órganos es la del olvido. Pierre Boulez escribirá un manifiesto contra la memoria a favor del olvido, “Odio el recuerdo”, premisa fundamental del “siempre nuevo” músico.
¿Qué es toda esta amnesia? ¿Una nueva voluntad? Dadaismo: la despersonalización total de la cosa dada a ver, pero también del que la mira, dirá una vez más Virilio. Fuerza de olvido por oposición a fuerza de reconstrucción. Aún el deconstructivismo se levanta añorando una esencia más pura, una imagen recobrada, que subyace en la psiquis en definitiva (Guattari). ¿Dónde están los procesos de visión, los procesos de enunciados? En ninguna reconstrucción, ninguna conciencia recobrada o yo perdido. Más bien nunca existió algún “Yo”, sino al servicio de los poderes de dominación, en todas sus máscaras: ideológicas, psicológicas, religiosas y muchas veces (tristes) máscaras filosóficas; máscaras-Yo; hoy agregamos las máscaras del marketing. Tantas máscaras para edificar uno de los principales enemigos para la vida según Nietzsche: la ampulosa y defendida a muerte, Opinión Pública.
Así es para Nietzsche, que la visión se da como fuerza intempestiva o no se da nada, sino un simple retorno de lo Mismo, un "fue", herencia genética y no menos represiva. Si siempre ha sido necesario una atmósfera no-histórica e intempestiva para la aparición de un nuevo Acontecimiento, así también siempre ha sido necesario esta “visión” del CSO para un nuevo cuerpo y para un nuevo paso del alma. De allí que el concepto de Duración se opone por su fuerza al de Eternidad. El pasado, presente y futuro son estaciones-estados del espíritu siempre por venir, siempre actualizándose en el devenir que es en sí mismo duración y no “espera” nada, es puro deseo que es siempre presente. Lo eterno es entonces ese modo de naturaleza ya fijado, condicionado y condicionador, organizador de valores éticos y morales. La duración, por el contrario, sólo posee una ética (Spinoza), ninguna moral, más bien es ella la que va decidiendo-deviniendo según sus potencias que transforman todo a su paso, otorgándole a cada instante su afirmación, su naturaleza, su voluntad de poder. Nada de dominar. Nada de esperar la revolución, como dice Deleuze, más bien devenir revolucionario; contra todo pasado o futuro de las revoluciones, siempre el devenir imperceptible e intenso - también frágil -, devenir-revolucionario.
Luz que se enciende, luz que se lleva dentro para ver la ruta, luz que pasa a través del cristal cuyo haz ilumina nuestro mundo interno y externo a la vez. Luz de noche. Luz profética que, como dice Blanchot de la palabra profética, más que adivinar el porvenir tiene la potencia de inventarlo, de transformarlo, declarando engañosa esta idea del porvenir. Luz tan falsa como auténtica ya que es, la de la nada que produce algo, luz potencia de lo que está siempre ausente, ausencia de imagen para devenir-luz, artificio para producir algo real, máquina de visión que ve el mundo de la multiplicidad contra los ojos, que ven tan sólo lo que tienen por delante. Cuando Nietzsche hablaba del Eterno Retorno, estaba hablando de la Duración-Luz-Tiempo, en la cual lo que retorna siempre es decididamente algo nuevo.
Filósofos-Electricistas, uniendo las corrientes positivas y negativas de la vida en una sola fuerza; el ying y el yang, el camino, el tao; lo externo y lo interno en un mismo plano; devenir del alma y el cuerpo en un mismo pliegue; la imagen y la ausencia de imagen en la luz-tiempo.

martes, 1 de junio de 2010

LUZ-TIEMPO (2) (año 2002)

“El hombre es naturalmente paradojal cuando se refiere a los temas en que su vida influye sobre su raciocinio y sobre sus deseos íntimos. Cuando reflexiona y cuando canta.” - E. M. Estrada -

Corazón de luz

El sabio místico casi siempre fue alguien que estuvo destinado a pasar gran parte de sus días en una caverna. En la oscuridad. La zona oscura del espíritu ha sido siempre un asunto reservado a estos hombres espirituales.
San Juan de la Cruz tuvo su más famoso poema cuando encontró “la noche del alma”. En su cuerpo encarcelado y oscuro encontró Santa Teresa a Dios. Pasar por la experiencia de la oscuridad interior es lo que han necesitado los místicos para sentir en carne propia su deseo divino. Esto que tantas veces se ha interpretado como el entendimiento de que les faltaba la presencia de Dios o que necesitaban a Dios puesto que sentían la oscuridad y por ende la falta de luz, es completamente desacertado. Jamás el Deseo se ha confundido con la carencia de algo ni con su necesidad. Ni siquiera el Deseo en su devenir-divino. Más bien fue este devenir divino en el místico el que ha pedido y podido pasar por estas pruebas, por estos combates del espíritu y sus tinieblas, fortaleciendo al deseo mismo. Este estar entre las tinieblas es el poder del alma misma. No hay en realidad una guerra contra la oscuridad, hay más bien un conocimiento como potencia de afirmación que pide que la oscuridad sea experimentada para “entenderla”, vivirla, conocer más de ella. No es la ilusión de una luz que vendrá por recompensa, sino la experiencia misma de esta luz, que lleva al místico a estar en el medio, entre la luz y la oscuridad, entre el día y la noche, entre la tierra y el cielo. Conectando a los unos con los otros, percibiendo a lo otro en su yo, viendo al espíritu en cada roca, en cada planta, y sintiendo que es allí donde está la evidencia de eso superior, en la superficie de la tierra que no por casualidad es la capa más fértil de ella. Es en el deseo entonces donde se halla el medio y es en el medio en donde siempre está el deseo; es un viajero espiritual.
La Navidad, que sea en la tierra, pedía Rimbaud. Una nueva navidad para una nueva tierra. Para los grandes pintores religiosos la luz estaba en el cuerpo de Cristo, tan pegada a él que en realidad salía de su cuerpo al mismo tiempo que llegaba a éste emanando de Dios. Esta luz del cuerpo, luz del espíritu al mismo tiempo, será la que va a ser perseguida en realidad por la Iglesia, ya que si la luz está en los cuerpos ya no responderá su emanación a las explicaciones y descripciones que harán los curas de estas imágenes. Dios, plan nunca definible, según Spinoza; Dios de donde surgen las fuerzas de vida siendo éstas las portadoras, en todos los cuerpos, de la divinidad según el sufismo, no es el mismo que el Dios separado de los seres humanos y creador de culpa infinita de la iglesia. Este será un Dios rector. El otro un Dios compositor. Un régimen distinto de la luz se encuentra en estas dos posiciones y un régimen distinto de los cuerpos: cuerpos sin órganos como pura intensidad contra un cuerpo del Orden que es pura falta.

“Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo
toda ciencia trascendiendo”

San Juan de la Cruz

Todo sentir privado y el espíritu dotado...pasar de lo sensible a lo insensible, de lo percibido a lo imperceptible, de saber no sabiendo, o sea de saber desde otro plano, desde una conciencia que supera a la conciencia: su espíritu. Lo que decía Spinoza: hay más cosas en el espíritu que en la conciencia que tenemos de él. El místico es el que ahora no quiere saber nada con los sentidos, ya no confía en ellos, ni siquiera en su corazón, menos en su cabeza. Corazón de luz pide el místico para su cuerpo y su alma. Corazón anorgánico para una vida orgánica. ¿O será esencialmente ésta una vida no-orgánica? El cuerpo sin órganos lo demuestra a cada instante, solo que nuestro cuerpo, la idea que nosotros nos podemos hacer de él, la conciencia que nos hacemos de él, la ciencia que tenemos para él, no “ve” tales demostraciones. Cuando el CSO describe nuestras sensaciones supera a su vez a toda sensación, porque más bien es él el que está antes de toda sensación, es el productor de toda sensación pero a su vez nada es sin ellas. Es lo no-sensible por naturaleza pues en él se acogen todas las sensaciones que como Afectos resplandecerán de él y le darán a su vez un cuerpo, el cuerpo (siempre nuevo) que pide el cuerpo sin órganos. Por eso todo cuerpo es en la medida en que es afectado y no sabríamos lo que puede un cuerpo a no ser que se cumpla este requisito. Entonces, volviendo a la descripción, si el CSO describe, es siempre superando al objeto que describe, describe inclusive lo que está más allá y más acá del sujeto. Descripción de un individuo que es entonces esencialmente despersonalizante, como decía Paul Virilio del Dadá. No hay sujeto ni objeto para el cuerpo sin órganos. Es siempre una fuerza lo que ve. Lo que ve es más que una imagen y menos que una imagen. Revelador-vidente-profeta por naturaleza, el CSO transforma al cuerpo en pura superficie, pantalla blanca o pantalla negra, un espacio liso en donde atravesarán como viajeros en el desierto los acontecimientos-luces de la Vida. Él es pura fuerza de intensidades múltiples que sólo da respuestas al Deseo llenándolo de preguntas. Es el Deseo mismo.

“Pues la paradoja muy pocas veces suele ser un compuesto de notas simples, sino un acorde integrado por innumerables voces, muchas opacas y de ultratumba. Se diría que la paradoja no se produce en un lugar bien iluminado de la conciencia del todo despierta, sino más bien en algún margen que confina con las oscuras fuerzas de la adivinación y de la sangre. ¿En qué zona del alma se produce la paradoja, cuál es su clima? Un poco la zona de los instintos; un poco el clima de la pasión. Podría localizársela allí donde el alma se siente a sí misma como rodeada de lo incógnito, en las fronteras de lo que está debidamente explorado, con sus experiencias ancestrales y personales, en el deslinde de lo conocido y de lo desconocido. Diríamos en la región donde aún la razón es intuición....” - E. M. Estrada -

sábado, 1 de mayo de 2010

Tener un Cuerpo (CsO) (Año 2002)

El conocimiento de la obra de un filósofo cuyas ideas violentan al pensamiento, se parece más a un entrenamiento espiritual que a un estudio estructurado de sus conceptos. En este entrenamiento (ahora) filosófico se hace evidente, como en pocas oportunidades, que el cuerpo y el alma experimentan las mismas pruebas… y que ambos deben querer atravesarlas si quieren recibir de dicho filósofo sus intensidades, sus señales y pensamientos. Entonces, “es deber tener un cuerpo”, dice Deleuze resonando con Spinoza. ¿Una nueva moral? ¿Una construcción y una creación ética? ¿Y estética?
Un cuerpo por empezar nunca preexiste, es siempre el resultado de una mezcla. Un cuerpo será así una potencia y una potencia siempre se definirá en su relación con otras potencias. Por eso cuando hablamos de Un cuerpo, este “Un” designa, siempre, una multiplicidad. Cuerpo, un sustantivo aplicable, virtual y actualmente, a infinitos registros. Cada pliegue, cada molécula, cada idea posee un Un múltiple y crea múltiples singularidades.Todo en el Universo tiene Un cuerpo.
Están los cuerpos materiales, vegetales, animales, humanos, cósmicos y hay más. Tenemos los cuerpos inmateriales, las sensaciones, las ideas, las percepciones. Por eso un cuerpo ya lo tenemos y siempre estamos haciéndolo. Gilles Deleuze dirá que podemos decir: “un cuerpo, un pueblo, un mundo”, que no habrá diferencia de naturaleza entre estos términos. Aquí empieza a plantearse un problema-interrogante: ¿cómo se constituye un cuerpo, cómo se lo crea? Un cuerpo es ante todo un conjunto intenso. Un conjunto necesariamente informe pues la intensidad se presenta antes que la forma, es su naturaleza, su estado de presencia. Este cuerpo se maneja por coordenadas y no por ordenadas. Si hay órdenes son órdenes de sensación; un orden para y en cada nivel de sensación, que es lo que da consistencia y constituye al cuerpo en cada caso-tiempo en el que se halla implicado, dándole y creándole su estética singular, su territorio y sus flujos únicos… Por eso hablamos de coordenadas, en el sentido geográfico. Deleuze nombra Latitudes y Longitudes, a las líneas que recorren al cuerpo. Intensidades y Devenires.

Un Cuerpo multiplicidad no va a responder a un centro (Yo, Ente, Idea, Sujeto, Etc.) ni a una ley (Sistema, Estado, Estructura Religiosa, Etc.). Deleuze tomará de Antonin Artaud su creación poética del “Cuerpo Sin Órganos”, para convertirla en una fórmula conceptual por excelencia para los cuerpos, su funcionamiento y su composición o descomposición.
El "CsO" es un cuerpo sin organización, sin un orden preexistente; (un orden siempre es de carácter preexistente y deviene, en realidad, de un cuerpo-sujeto con voluntad de dominio; un cuerpo-sujeto que compone sus devenires de manera autoritaria y con el deseo de dominar a su voluntad inseparablemente de las voluntades que lo rodean, de allí su satisfacción y su realización. De allí que podemos llamar esclavo a un sujeto de dominio, pues antes que nada su voluntad es la esclava de su presencia). Sin ley trascendente que lo juzgue, ante el “CsO” la idea real o abstracta de Organización será sinónimo concreto de Organismo, Órgano, Estado, Aparato, Tribunal, Yo, Significado, Significante...Aquél que dice: “yo soy esto, vos sos así.” El “Gran Organizador” nato, “el buen juez”.
Es interesante resaltar que Deleuze no va a utilizar jamás el término energía, y sí va a llamar intensidad o fuerza a lo que recorre y llena el cuerpo sin órganos. Más aun, uno de sus conceptos más importantes va a ser Devenir – de ahí que hace rato que lo estemos utilizando, inevitablemente-. El Devenir será lo que nos asegure no quedar estratificados, endurecidos, tomados por la Organización. No hay Organización que no los tenga y que no esté atravesada por devenires, pero nunca deberíamos confundir lo organizado y su constitución con ellos, ¡es tan fácil hacerlo, imperceptibles como son!

Los componentes intensivos del "CsO" serán líneas de fuerza que atraviesan y arrastran a cada "CsO" haciéndolos variar cada vez de Naturaleza según el acontecimiento que los envuelva. No habrá cambio de intensidad sin cambio de naturaleza para el "CsO". Así, no será la energía de un cuerpo lo que lo defina sino a qué Naturaleza pertenece según la fuerza que lo atraviesa.
El "CsO" Deleuziano es también una crítica política al sentido del cuerpo actual y capitalista. Un breve y no acabado diagrama múltiple entonces.
:- El CsO es nómada. El Cuerpo capitalista es sedentario. - El CsO está siempre en devenir y no se diferencia de él. El Cuerpo capitalista permanece siempre idéntico a un Yo, sea en su relación conciente o inconsciente. - El CsO pertenece al orden del tiempo espiritual. El Capitalista al espacio-tiempo cronológico. - El CsO es múltiple, su Ser es el del Devenir. El Capitalista responde a la idea del Uno, su Ser es una Unidad. - El CsO siempre se está haciendo y creando. El Capitalista preexiste, viene dado y sigue o crea reglas fijas. - El CsO es creativo, expresivo, intempestivo y sin imagen. El Capitalista es informativo, copia, reproduce una imagen-cliché. - El CsO es exterior e interior a la vez y recorre un plano inmanente. El capitalista, su interior es siempre el resultado de un exterior que lo interioriza cada vez más y vive en un plano trascendente.
Por ello, otra vez, un camino en filosofía debe adquirir todo su sentido desde la perspectiva intempestiva que plantea su nombramiento como tal, o sea, camino para pensar –otra vez-, creación, funcionamiento, prueba, error, experimentación con diferentes materiales y máquinas, devenir con diversas expresiones, composición. Poner en marcha la Máquina para atravesar muchos caminos, y siempre en camino. “La Lógica debe ser como la ruta”, dirá Deleuze, uno debe estar allí siempre en movimiento, si te detenés te pisan.
¿Dónde están los Cuerpos Sin Órganos?
Algunos momentos nítidos en la vida del CsO:
- en el cine de Ozu, el primer cine de Wenders, en Godard, Syberberg, Sokurov
- en la música de Debussy, Messiaen, Mozart, Fripp, del Zen
- en la pintura de Bacon, Klee, Tintoretto
- en la filosofía de Spinoza, Nietzsche, Bergson, Foucault, Serres
- en la literatura de Artaud, Henry Miller, Melville, Rimbaud , Michaux
- en la danza butoh y contemopránea
- en el teatro de Tadeus Kantor, el clown
- en la química de Prigogine
- en un devenir revolucionario: asamblea popular, cacerolazo, creaciones colectivas intempestivas, etc.
Pero, desde el origen de los tiempos se pasea el CsO, siempre diferente a sí mismo, confundiéndose en todo para que todo sea una intensidad singular...
Para que cada gota de la ola sea distinta y gracias a su diferencia y unión intensiva nos haga quedar maravillados ante su estruendo, en una superficie que será también la nuestra, la de nuestro cuerpo y alma reunidos por la misma piel, la playa de nuestra vida. Por eso "lo más profundo es la piel" dijo Paul Valery. Porque hasta la más pequeña molécula de nuestro cuerpo "conoce" a su cuerpo sin órganos y sabe que allí anida su gracia. Por eso el ser es una multiplicidad y todo habla de y por él: una gota, un color, una idea, un animal, una molécula tienen el poder de hacer hablar al Ser, de hacerle conocer, experimentar, todo lo que el Ser por sí mismo no conocería.