sábado, 20 de diciembre de 2008

Ponencia dada en Centro Cultural de la Cooperación - año 2004 -

LA IMAGEN HOY:
Tanto en la filosofía como en el arte dominaba un idea (y aún sigue teniendo su lugar del lado del poder y de la historia del pensamiento), la idea de una imagen única del pensamiento que obtenía su constitución del hecho de reproducir las articulaciones y mecanismos de la conciencia. Una imagen de las cosas como cosas dadas, los enunciados como decretos, las expresiones todas juzgadas desde el punto de vista del bien y del mal en general. Más allá de cualquier ideología, la misma máquina de concientizar dominaba todas las disciplinas en general, sigue dominando, sigue y sigue. Salvo a aquellos movimientos o autores que saben resistir creando otros modos de concebir la realidad, otros modos de producción de subjetividad. Una política que ya no cree en, ni quiere crear una imagen.
“El jardín de los senderos que se bifurcan”, “Alicia a través del espejo”, “La cruzada de los niños”, F.Scott Fitzgerald, Peter Brook. Antonin Artaud. Films como: “Hitler, una película de Alemania”, “El ciudadano”, “Sin aliento”, hoy “Elephant”, Tarcovsky. La danza butoh, la contemporánea. La música contemporánea, desde Debussy hasta nuestros días. De Paul Klee hasta acá... El Cosmos es la materia propia con la que trabaja el nuevo arte y este cosmos es la materia en sí molecularizada. La materia artística ya no separada, sirviéndose de la operación materia-sustancia como en el clasicismo. Tampoco creyéndose única sobre la tierra, materia variada continuamente como en el romanticismo. Ahora la materia deviniendo molecular se ha vuelto cósmica, el artista crea un pueblo siempre futuro, y encuentra la verdadera naturaleza de la resistencia, la creación.
La materia, así será la constituyente de nuevas relaciones consigo misma, relaciones con su carácter fractal y molecular que la harán devenir ilimitada. De acá podría surgir una nueva estirpe entonces, ni el hombre a imagen y semejanza de lo divino, ni el hombre dominador y creador de una forma que hasta vence a Dios, la forma Hombre. Ahora es un hombre del afuera, ilimitado, que no tiene exterior ni interior, un hombre cargado de animales, de piedras, de cosmos; nace el hombre como potencia e intensidad y ya no como forma o imagen, y sin duda el arte es el primero en mostrar que este hombre ya es posible.
El Arte, compañero inmanente del pensamiento, creador de nuevas formas de pensar que se hallan plenamente expuestas en los procesos artísticos y se justifican como mínimo por lo que este pensamiento artístico fue y sigue siendo capaz de crear, viene encontrando en sus caminos creacionales, sobre todo a partir de la segunda guerra mundial, una manera absolutamente distinta de concebir las imágenes. La imagen ya no se pretende como representante de la verdad, ni la verdad de un sujeto ni la verdad de una estructura, la imagen ahora es una potencia de lo falso, imagen creadora y siempre creada en su plena actualidad.
Desde Nietzsche hasta los grandes artistas de hoy, el arte funciona como catalizador y productor de los grandes conceptos que hoy deben ser pensados y creados. Ahora el pensamiento no como oposición al arte sino como una disciplina que debe beber de sus aguas ya que el arte en definitiva es como decía Nietzsche, siempre un problema filosófico.
La conciencia es sólo una imagen preconcebida del mundo, la conciencia es concebida como decía Bergson siempre conciencia de algo. Ahora la conciencia es algo, sin intermediarios ni representantes. A aparecido el Tiempo, el tiempo no cronològico y la conciencia clásica de este modo sufre su crisis, la imagen vive su crisis, afortunadamente.
Este mundo ya no nos devuelve la imagen de nosotros mismos. El mundo cambia como cambiamos nosotros en un mismo proceso, ya no estamos en el mundo como decìa Rimbaud, ahora somos el mundo.
La organizaciones comunitarias, los movimientos cooperativistas, los piqueteros, por nombrar algunas expresiones de una manera de hacer política de modo minoritario, o sea, en contra del Poder, no deberían esperar del arte que reproduzca sus modelos de organización como si estos fueran modelos estructurales y/u organizadores de una lucha de resistencia. Más bien es en su conexión con el arte como proceso de enunciaciones colectivas, donde se rompe con el modelo burgués y sedentario del sujeto de enunciación y se establece lo múltiple como producción de intensidades que, al no pertenecer al modelo de la conciencia no erige ninguna figura superior, ningún autor, ningún dueño. Si el arte logra lo mismo que las luchas de resistencia política no es por copiar la forma exterior de estas luchas sino por lograr una conexión intensa y que descentra y termina de una vez con la idea de sujeto y sedentarismo burgués. No se trata de que ahora el arte “lo hacemos entre todos” como se dice, o que el arte es de los “trabajadores de la cultura”. Este tipo de denominaciones jamás se oyeron de la boca de los encargados de llevar adelante los grandes procesos artísticos, Glauber Rocha incluido se ponía él al frente de sus proyectos y daba su vida por ellos.
Que no haya autor, que no haya dueño –en el sentido burgués y capitalista del término- es que ahora el artista no se vive a sí mismo sino es como una intensidad que produce el encuentro con otras intensidades, como creador de imágenes de lo que no podemos ver, ni él podría de no ser por lo que las imágenes “le” muestran. El artista es ahora Vidente pero no por estar encargado de revelarnos un saber que está más allá de nosotros, sino porque hace visible lo invisible, eso que constituye la materia misma de lo que podemos llamar “nosotros”, o sea el Cosmos. Lo que llamamos imágenes es un clichè, ya están creadas fuera y dentro de nosotros.
Por eso la función del arte es ahora descubrir lo que no es visible a los sentidos y hacerlo visible. Un arte que ya no habla en nombre de ni por otros. Un arte que es la producción vital de Otro compositor que está en el pensamiento. Un pensamiento sensación por oposición a un pensamiento de la conciencia. Un arte capaz de captar las fuerzas del cosmos que no están en otro lado que en la materia. Las fuerzas de un tiempo inmemorial que se hallan tanto en la piel de nuestros cuerpos como en los pliegues una montaña. Una memoria cósmica por oposición una memoria personal. Un devenir irrefrenable que envuelve tanto al arte como al mundo en busca de una misma composición creadora de nuevos sentidos.

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